Yermas

Nos dicen yermas, a nosotras que creamos música y escribimos libros, que sembramos mareas de cambio. Nos creen yermas y vacías. Creen que nuestros úteros están secos como los campos que soportan la sequía que trae el desarrollo. Creen que nuestros sueños no son suficientes, mujeres a medias, incompletas, infelices. Frígidas ante las mejillas rosadas de los retoños, ante los llantos de madrugada. Frente a sus ojos, seremos solteronas eternas aunque tengamos la familia de amigas más extensa. Dicen, con sus narices respingadas, que no nos interesa la vida… a nosotras que vivimos despiertas, que buscamos el placer a cada instante, que apagamos la tele y nos aferramos a nuestra intuición. Ellos no saben qué sucede de este lado de la piel. De nuestros úteros no saldrán los obreros del mañana ni las consumidoras del futuro. Será el placer de nuestras cuerpas el líquido que lo llene todo. Viviremos aferradas al deseo propio y singular antes de que el tic-tac, del reloj de no se qué, nos aturda y nos empuje al antiguo destino de parir.