Hermana, a vos también te va a afectar.

¿Y qué hacemos? 

¿A quién votamos?

¿Y qué tiene que ver el FMI con las feministas?

¿Son K? ¿Son Q? ¿ Son Qué?

Son algunas de las preguntas que nos hacen las compañeras frente a la conversación que venimos abriendo desde el resultado de las elecciones, donde quedó plasmado en votos, el avance de las ultraderechas antifeministas, antiderechos, anticomunidad, anti madre tierra, anti vida, anti todo lo que consideramos fundamental para la viabilidad de una vida digna y que valga la pena de ser vivida. 

Una ultra derecha que niega el genocidio de Estado, niega la existencia de la desigualdad de y la violencia de género, niega la crisis climática y ambiental, y en ese negar promueve la violencia y la crueldad como metodología de gestión del Estado.

Tuvimos que dejar de hablar de #hermanasoltalanovela y pasar a hablar del avance del fascismo, porque es urgente y porque si no lo paramos ahora, después no vamos a poder hablar de nada. 

Cómo dice Rita Segato,  este brote de derechas violentas y misóginas no es una respuesta “natural” frente al avance de las mujeres en la conquista y el ejercicio de sus derechos, es una respuesta organizada, es una estrategia desde el poder que se siente amenazado. Es una respuesta que se expresa con las mismas consignas, gestos, modalidades en toda América, y en casi todo el mundo. No son locos ni locas sueltas, no son originales tampoco. 

El poder se siente amenazado frente a nuestra existencia, somos el único movimiento político que pone en cuestión el sistema patriarcal, sostén y pedagogía indispensable para el capitalismo, sostén y pedagogía indispensable para este  modelo de concentración, acumulación, extracción, predación y muerte.

La pedagogía que lo sostiene y lo reproduce es la del sometimiento legitimado de las mujeres para reproducir el sistema, que a su vez funciona como pedagogía social, es la escuela de la desigualdad, enseña y  normaliza en cada casa y cada vínculo, que unas sean siervas y otros sean patrones. Que unas se sometan y otros sean los sometedores y que eso sea “lo normal”, “lo natural” en este mundo.

¿Qué pasaría si dejara de ser natural, aceptable, legítimo el sometimiento de algunas por otros? 

¿Qué pasaría si un día dijéramos, se terminó, basta, no estoy dispuesta a seguir siendo la sierva, a seguir haciendo gratis este trabajo que ni siquiera es considerado trabajo? 

Poner en cuestión esa lógica, es poner en peligro todo lo que esa lógica sostiene, nuestro orden social político y económico completo. No hay capitalismo sin patriarcado. No hay este anarcocapitalismo, de arrasamiento de la vida y de los otros, de  enemigos inventados, no hay sálvese quien pueda sin patriarcado, sin esta escalada de la crueldad como pedagogía que nos desensibiliza y nos aliena. 

Cada vez que un grupo de personas se alza contra la injusticia, existe la posibilidad de cambiarlo todo y hoy cambiarlo todo es cambiar las reglas del sistema productivo que acumula cada vez más en manos de pocos, que arrasa la vida en todas sus formas en el planeta para seguir acumulando, somos nosotras y nosotres quienes estamos poniendo en peligro ese modelo al pretender cuestionar los roles de género, los estereotipos, los mandatos, las brechas salariales, la feminización de la pobreza, la afectación agravada del ajuste en la vida de las mujeres e infancias. Eso puede cambiarlo todo.

Ellos ya lo vieron, quizás antes que nosotras.

Ya vieron la potencia revolucionaria de nuestro movimiento, que apunta a hacer caer lo que nadie nunca hasta ahora intentó tirar, el sistema patriarcal.

El éxito de nuestras acciones colectivas se ve, en el esfuerzo y los recursos que en todo el mundo, se ponen en manos de estas organizaciones de ultra derecha que ni siquiera quieren que seamos nombradas. 

Por eso, decimos que vienen por nosotras.

Vienen por todos los derechos que conseguimos porque somos el único movimiento político con la potencia para sostenerse activo, creativo, vital, transformando las condiciones materiales y simbólicas de existencia de millones de personas, y nuestro ejemplo se contagia al mundo. Somos las únicas que nos organizamos colectivamente, desde abajo, no solo  sin ningún tipo de apoyo institucional, sino con el oficialismo y los medios en contra, para movilizarnos en todo el país, en contra del avance de las derechas el 28S.

Lo hicimos como lo venimos haciendo desde siempre, hablando, tejiendo, activando la red feminista que nos sostiene, fuimos las únicas que nos rebelamos frente a la crueldad, somos un peligro para este modelo de acumulación de riqueza en pocas manos, de hambre en muchas bocas que se implementa en todos los países del tercer mundo de la mano de las políticas que impone el FMI y el Banco Mundial, sobran ejemplos en Africa, y en América Latina, sobran ejemplos en nuestra propia historia.

Los feminismos somos una amenaza para los modelos de extracción de todo lo que está vivo. ¿O acaso se nos va a escapar que la mayor parte de las activistas en defensa de la naturaleza de la madre tierra, de los territorios ancestrales y el medio ambiente son mujeres? 

¿Acaso se nos escapa que la mayoría entre les activistas asesinades son mujeres? 

Un modelo que necesita arrasar con los “recursos naturales” de los países pobres para beneficio de los países ricos, necesita silenciar, a fuerza de violencia las voces de las mujeres que aúllan en defensa de la vida, de una vida digna, tan digna que merezca la pena ser vivida. Vienen por nosotras y nosotres.

Y quizás alguna piensa, bueno, que vengan por las feministas, a mi no me afecta, porque no soy feminista. 

Que saquen el aborto, total yo no voy a abortar, 

Que vengan por las disidencias, a mi no me afecta, no soy lesbiana, no soy travesti, no soy trans. ¿Qué me importa?

¿Que me importa que este tipo niegue la desigualdad de género y la brecha salarial si total a mi me va bien?

¿Qué me importa que niegue la violencia de género, si total a mi eso no me va a pasar?

¿Qué me importa que niegue el genocidio de Estado si eso ya pasó? 

¿Pero sabés que pasa hermana? 

Más pronto que tarde, a vos también te va a afectar. 

Porque es una ideología y una lógica de pensamiento desde la cual se piensa el Estado y la ciudadanía, es un aval institucional para el uso de la violencia para controlar los cuerpos, para volverlos dóciles y obedientes como sea, es una pedagogía de subordinación, una metodología angurrienta y cruel, de gestión de los recursos y del Estado, que necesita para afianzarse del sometimiento de todas. 

Y ese sometimiento se va a escribir en tu cuerpo, se va a escribir en tu historia, porque estos discursos de odio, de desprecio, se vuelven gesto, se vuelven acciones y actitudes cotidianas, en los espacios de trabajo, en los vínculos, en la calle, en las casas, en las consultas médicas, en las escuelas, en las redes sociales.

Se vuelve gesto violento sobre tu cuerpo, el de tu hermana, el de tu hija, tu vieja, o tu amiga. 

Que un grupo de personas que pretenden ocupar los escalones más altos de la autoridad política del Estado, digan que la justicia social es una aberración, la  justicia social que nos ha permitido educarnos, curarnos, comer, tener líneas y programas  de ayuda cuando somos víctimas de violencia, acceder al matrimonio igualitario, la asignación universal por hijo, la jubilación para nuestras madres y abuelas,  habla muy claro de lo que pretenden hacer con nosotras, nosotres y  nuestros derechos. Y te va a afectar.

Que esta gente diga que “el socialismo es excremento humano”, que el feminismo no tiene razón de ser, que degrada a todas las minorías vulneradas, y que lo diga con gritos e insultos, pone a circular discursos e ideas que habilitan que cualquiera se sienta legitimado para castigar y sancionar a esos otros señalados, hoy somos estos, pero ¿cómo sabés que mañana no vas a caer vos, del lado del enemigo? ¿Cómo sabés que no sos ya un otro enemigo para algune, que se sienta habilitado a avanzar sobre tu cuerpo o el de tus personas queridas, con violencia en la calle, en el laburo o en tu casa. 

Y ni hablemos cuando vayas a pedir protección o justicia a un Estado que niega la existencia de violencia de género y la desigualdad. Si ya a los jueces les cuesta la perspectiva de género, imaginate con este aval para el ninguneo y el desprecio a las mujeres y disidencias.

Si, hermana, te va a afectar, porque si hoy ya tenemos miedo de decir lo que pensamos en espacios de gente que conocemos, imaginate si ganan. Imaginate todas las palabras que te vas a tener que tragar por miedo, imaginate la caca que vamos a tener que tragar para estar vivas.

Si hoy ya te da miedo decir lo que pensás en redes, porque puede venir un grupito de libertarios organizados a lincharte digitalmente, imaginate si ganan. Imaginate con recursos, imaginate envalentonados por el poder de ser gobierno.

Si te volvió a dar miedo decir que sos feminista, usar el pañuelo verde, complejizar una conversación, hablar de derechos, porque cualquier pibito se siente habilitado a cruzarte con violencia en redes sociales, en una juntada, imaginate si ganan, imaginate eso en la calle, en los laburos, en tu casa. 

Imaginate ese desprecio por nosotras en cada espacio de tu vida, cuando vayas a reclamar cualquier cosa: acoso en el laburo, la tenencia de tus hijes, la cuota alimentaria, o que no te pagan las horas extras.  

¿Cómo pensás que va a fallar el juez cuando vayas a reclamar alimentos y denuncies violencia si todo lo que logramos avanzar en perspectiva de género en la justicia lo van a borrar de un plumazo? 

Cuando una persona está diciendo que hay que sacar la educación sexual integral que le ha permitido que el 80 % de los niños y niñas abusadas, hablar de sus abusos, lo que está haciendo es avalar esos abusos, avalar la pedofilia, avalar el avance sobre los cuerpos de los y las más vulnerables. ¿Pensás que esto no va a afectar la vida de tus hijes, sobrines, nietes? ¿Pensás que los abusadores y pedófilos no se van a sentir avalados por estos discursos? 

Cuando estas personas dicen que no están de acuerdo con el matrimonio igualitario, lo que están diciendo es claro, ellos son “los normales” y nos señalan como la anormalidad, lo incorrecto, las pervertidas, a quienes solo nos corresponde la oscuridad y la verguenza de ser anormales, justificando e incitando los ataques, golpizas, violaciones correctivas y otras  violencias del mismo nivel.

¿Cómo pensás que va a afectar eso la vida de las personas que son disidentes en identidad de género u orientación sexual? Personas que pueden ser tu hijo, tu hija, tu hije, hermane, niete, madre? 

Cuando una persona que pretende ocupar los más altos estamentos del poder público, niega el terrorismo de estado, ¿Que pensás que va a hacer con las fuerzas de seguridad cuando ocupe esos espacios? 

¿Qué límites les van a poner para que avancen sobre la sociedad civil? 

¿Por qué pensás que “los excesos” de las fuerzas de seguridad como llaman ellos al terrorismo de Estado no te va a bajar de un tiro a vos, a tus hijes o a cualquiera de tus personas queridas?

Y otra cosa que me parece fundamental entender, el hambre, la miseria, no solo nos afecta más a nosotras que ya estamos empobrecidas, que sostenemos hogares monomarentales, también nos afecta más a nosotras la violencia que genera el hambre. 

Nada de esto que dice y propone el candidato de la derecha es ni original ni nuevo, ya lo hizo Trump en EU,  Bolsonaro en Brasil y lo están haciendo en Paraguay que siempre ha sido el laboratorio de América Latina para estos programas de destrucción y muerte. Ya hay persecución a compañeras, retiro de la perspectiva de género en todos los ámbitos, retiro de las ayudas y planes para las infancias pobres. 

Hay un plan estratégico atrás de estos avances, un plan estratégico que quiere ponernos de rodillas, y eliminarnos. Te va a afectar.

Nos va a afectar a todas y a todes, se trata de rompernos, disgregarnos, eliminarnos. 

Tenemos claro, que ninguna de las alternativas con chances de ganar estas elecciones es favorable a las mujeres, a las disidencias, a las feministas. 

Está claro que el actual gobierno con su programa de ajuste y remate de los recursos naturales no es la panacea de nada, pero garantiza un marco mínimo de institucionalidad democrática que nos permite ir por más de todo eso que queremos, más distribución de la riqueza, más y mejor educación, seguridad social, más salud, más justicia. Rifar  la democracia, entregarla a quienes ya la están pisoteando y nos van a pisotear, a quienes nos van a arrebatar los derechos básicos, a quienes nos van a silenciar, para favorecer a los que más tienen no puede ser nunca una opción razonable y responsable.

Son nuestras vidas las que están en juego, hermana te va a afectar.

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