¿Cómo se construye la idea de la maternidad obligatoria en un sistema social, político y económico que necesita del trabajo gratuito de mujeres e identidades feminizadas, para su subsistencia y reproducción?
Así.
Dando por sentado, afirmando una y otra vez, y una y otra vez una idea hasta que esa idea adquiere valor de verdad.
Se nos dice hasta el hartazgo que la maternidad es una bendición, que con les hijes somos bendecidas, que son bendiciones y milagros.
La maternidad vinculada al designio de un dios, de un ser superior que nos unge y nos premia con un embarazo y un parto o con el embarazo y el parto de una mujer a la que se le paga para que atraviese un embarazo y un parto. ¿Para esa mujer une hije también es una bendición?
¿Qué imágenes acompañan esas frases y afirmaciones? ¿Qué se nos muestra?
Si une hije es una bendición o es bendecide, no es una decisión nuestra, es la decisión de un otro, ese dios que decide “bendecirnos”, que nos regala une hije que hace el milagro.
¿Y qué pasa si no queremos tener hijes?
¿Qué pasa si no podemos tenerlos y no queremos comprarlos?
¿Quiere decir que no nos merecemos el milagro ni la bendición?
¿Seremos maldecidas? Brujas, malas, malditas.
¿Siempre une hije es una bendición?
¿Cómo se relacionan estas construcciones con la idea de nuestros derechos reproductivos?
Si somos socializades en la idea de que une hije es una bendición, ¿como nos sentimos cuando no deseamos ser madres o gestar?
¿Cómo nos sentimos cuando decidimos interrumpir un embarazo que no deseamos?
¿Qué es lo que no se dice?
¿Nos cuentan?