Luchar es siempre…

Hay una fantasía sobre la lucha de las mujeres, que consiste en creer que tiene un fin, que se va a terminar, que ya está, que las transformaciones sociales serán rápidas, que alcanzaba con salir a la calle cuando nos invitaban y nos dejaban salir a la calle. Cuando lo que se defendía era para mi. Cuando era divertido, festivo, y no tenía grandes riesgos. 

La lucha de las mujeres es ancestral, permanente y constante. Todo el tiempo, todos los días, en todo el mundo, se lucha, luchamos. En nuestras casas, trabajos, casas, vínculos. Todos los días, en todas partes, estamos poniéndole un freno al control sobre nuestros cuerpos, a la violencia, a la intención del poder económico y político, que hoy son lo mismo, de que perdamos los escasos derechos conquistados, las exigua dignidad de nuestras vidas, porque nos necesitan siervas, obedeciendo, produciendo la vida gratis. 

Es doloroso, pero es lo que es, la lucha no se termina cuando conseguimos una ley, las acciones no se terminan cuando a algunas las nombran en el gobierno, en los sindicatos o en las universidades, ser feministas es ser mujeres con conciencia de nuestra opresión, una opresión que va de muchísima, a mucha; una opresión que no es solo la mía, la de mi cuerpo, sino la de nuestro cuerpo colectivo.

Necesitamos despertar de la fantasía narcótica que nos hace creer que las cosas van a cambiar solas, que otras van a salir a la calle, que alguien nos va a regalar algo. 

Necesitamos despertar de la anestesia que nos impide, sentir el dolor de las compañeras con hambre, la desesperación de las que pierden los laburos, la tristeza de las que se quedan sin un techo. Porque ellas somos todas. Porque a ellas tampoco hay que dejarlas solas.

Es indispensable y es urgente entender en nuestros cuerpos, que la lucha por nuestra emancipación es una forma de vida, y una forma muy muy digna de vivir, que ninguna se salva sola, que nada nos han regalado, que todo nos puede ser arrebatado, y que la única garantía que tenemos es la de ser parte de ese cuerpo colectivo que toma las calles y se hace escuchar.

Que ser parte de ese cuerpo, es lo que nos permite atravesar con dignidad y seguir luchando, siempre.

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