¿Cuándo fue la primera vez que alguien hizo un comentario sobre tus tetas?
Recibimos miles de testimonios como los que se ven en este video. La mayoría de nosotras a partir de los 8 o 9 años empezó a recibir comentarios sobre sus tetas de parte de familia, compañeres de escuela, novies, amigues, desconocides. Por mucho o por poco, por la forma, o por el color de los pezones. Esos comentarios, muchas veces hirientes, descalificantes, nos constituyen, dejan huellas en nosotras. Muchas modificamos hábitos, nos avergonzamos, nos sentimos falladas, rotas “imperfectas”,llegamos a odiarnos porque nuestras tetas son demasiado poco o demasiado mucho algo.
Somos tratadas como cosas, objetos para editar a gusto del consumidor. Y nos tratamos a nosotras mismas como cosas y nos editamos a gusto del mercado.
¿En comparación con qué?
Con el modelo único que nos bombardea desde todos lados y que es para nosotras un requisito de visibilidad, un modelo de éxito, una exigencia para existir. Existimos si nos convertimos en una cosa. Existimos si nos convertimos en quienes no somos. Que paradoja.
Esa es la trampa, cosificarnos para que nos cosifiquemos, eliminar lo humano, diverso, potente, convencernos de que nuestro valor está en la apariencia de nuestro cuerpo, no en quienes somos. Funciona. Nos alienamos en el culto a la apariencia. Nos miramos como nos miran, nos tratamos como nos tratan, nos decimos lo que nos dicen. Funciona.
Un sistema que nos secciona en partecitas y nos impone un modelo único para cada una de esas partes. Funciona.
Compañeras, nuestras tetas están bien, chicas, grandes, caídas, no caídas, como sean.
Nuestras tetas están bien.