Llegan mensajes preguntándonos que pensamos de Maradona, si también creemos que “Maradona era feminista”, si somos “feministas maradonianas” si creemos que frente a “los ídolos populares hay que guardar silencio.
Nuestras respuestas.
No, no somos feministas Maradonianas.
No. No creemos que Maradona sea feminista, o pueda ser interpretado como “feminista”.
No creemos que haya que callarse para respetar “el dolor popular” cuando el “respeto del dolor popular” implica convalidar la construcción de un sentido que dice que adoramos como ídolos a quienes expresan en sus prácticas al patriarcado violentando a mujeres y niñes.
Justamente, necesitamos deconstruir la idea de “ídolos populares” ¿A quiénes idolatramos? ¿Por qué? ¿Qué mensajes y sentidos construye esa idolatría? ¿Qué enseña? ¿A quién le sirve?
Y ¿Qué mensaje construye la idea de que “debemos callarnos” y respetar el “dolor popular”? ¿Por qué siempre “hay cosas más importantes” que la agenda de derechos de las mujeres? ¿Quiénes nos mandan a callar? ¿Cómo encaja este reclamo de silencio con el «no nos callamos más»?
No existe un feminismo. Existen los feminismos, entonces, no estar de acuerdo no es encender el “Feministómetro” es no estar de acuerdo.
Decirnos feministas no legitima todas nuestras prácticas ni convierte todo lo que hacemos en acciones feministas, todas tenemos contradicciones, es mejor expresarlas que pretender encajar el cuadrado en el círculo.
Celebrar y aplaudir a varones que vulneraron derechos de mujeres y niñes, fueron violentos, ejercieron una paternidad irresponsable, no es feminista, será otra cosa, pero no es feminista. No del feminismo que militamos nosotras que es el que está dispuesto a cuestionarlo todo, especialmente a los ídolos e íconos, sean o no populares. Porque a través de ellos se construyen y encarnan los modelos sociales.
Nuestro feminismo no celebra machitos ni violadores porque sean de izquierda, “enfrentaron a los poderosos o “representaban al pueblo” no nos alcanza con esos argumentos para convalidar la violencia y aplaudir un modelo de masculinidad que violenta y vulnera a mujeres y niñes.
Eso pensamos.