¿Y ahora que nos quieren vender? ¿Niños a la carta?
Así parece. Los medios masivos siempre a la saga de la mercantilización de la vida, y la cosificación, no solo de las mujeres, también de los niños.
El sistema es simple, aparecen estas tapas y estas notas, con personajes mediáticos, actrices, actores celebrando prácticas que implican la opresión de personas, la deshumanización de mujeres y niños; mostradas como algo normal, natural. Comprar niños. ¿Por qué no? Si lo hace Marley y Sara Jessica Parker, y Luli Salazar y Sharon Stone! Súper Cool!!
¿Quien más quiere uno?
Niñxs fabricados a medida, a gusto del consumidor, niños que encajan, niños expuestos incesantemente en diferentes programas, realities, revistas como si fuesen mercancía, niños que atrae clics y dinero, mientras que en la pantalla la belleza y los gestos divertidos distraen y hacen pasar desapercibido lo que está de otro lado. Lo que ahí no se ve, y se oculta sin cuestionamientos, que una mujer a cambio de dinero, del dinero que necesita, -hasta ahora no conocemos ningún caso de Nicoles Kidman ni Lulis Salazar, ni mujeres con situaciones económicas resueltas vendiendo bebés gestados por ellas- actuó de incubadora para “cumplir un sueño (?) ajeno “el sueño de tener” un hijo para mostrar. No cualquier hijo, no cualquiera de los niños que abarrotan las instituciones de menores, no. Un Niño a medida. Niños como unidades de negocios.
Bebés de diseño que encajan dentro de los estereotipos, rubixs, de piel blanca, ojos claros, que con tan solo meses de vida son convertidos en sponsors de productos “it babies” les dicen, bebés que tampoco se escapan de la edición ni de los adjetivos, bebés que son instrumento y herramienta para construir un modelo que dice que “tener hijos” es indispensable para este modelo mercantilista de felicidad en el que los niños se convierten también en accesorios para exhibir.
Sin olvidar que detrás de esta “maternidad subrogada” cómo le llaman sus sponsors, nosotras preferimos hablar de venta de bebés. Detrás de esto también está la trata de mujeres que son reclutadas para llevar a cabo estos embarazos a la carta, porque no todas pueden elegir, ni son “cuidadas”, y porque en esta mundo mercantilizado donde la pobreza está absolutamente feminizada, es imposible pensar en la libertad de elegir.
Este es el juego que juegan estos medios normalizando y naturalizando lo que nos convierte en objetos y nos deshumaniza. Ese es el mensaje de esta tapa.