¿Qué nos pasa con este modelo de belleza = felicidad que nos inocula la cultura y refuerzan los medios desde que nacemos usando para eso los cuerpos y las vidas de otras mujeres?
Les compartimos un testimonio:
“Hola! Como están? Las sigo hace un tiempo y la verdad es que me reconforta un poco saber que hay mujeres que se afectan y salen a decirlo, que de a poco le van haciendo frente a la demanda y al rol en el cual nos ubican diariamente. Lo que se nos exige ser, parecer, padecer… Desde que tengo recuerdo siempre me compararon con otras nenas, más elásticas, lindas, sonrientes, flacas, etc. Junto con eso y con otras violencias machistas tomé la comparación y el sentirme no deseada como una forma de existir y reconocerme. Sufrí y sufro de trastornos alimenticios hace más de 10 años. En la última recaída, me di cuenta que el número en la balanza ya no «marcaba» la realidad de mi cuerpo: por más bajo peso, más infeliz y obesa me sentía. Nunca fui «gordofóbica» más que conmigo misma. Hay algo del mercado de la moda, de cómo nos hacen creer que cierto tipo de cuerpo son más deseados qué otros, que me lo comí. Y me carcomió a mi. El otro día le dije a mi pareja, mi compañero, que si había
Un secreto que sabía, era que quería ser modelo. Porque siempre me mostraron que ese tipo de mujer o adolescente o joven, era la deseada. Y me comí la curva de mi vida. Quise ser algo que no podía ni realmente quería.
No solo perdí kilos, sino que trastornó muchas relaciones familiares y amistades. Me trastornó a mi. Me llevó a exhibirme de formas muy violentas.
Hoy scrolleando en instagram me encuentro con esta foto y me da bronca. Pienso en todo esto y decido compartírselos. Porque la sororidad empieza por estas redes, analógicas y digitales, tendiendo puentes para decir: no estamos solas”
Crecemos bombardeadas por imágenes de cuerpos homogéneos que se señalan como “lo bello” lo deseable, lo bueno y que fuera de eso no hay nada.
Gracias a las que se animan a contar y decir.