La vida sin hijes

Poco, muy poco hay dicho y escrito sobre la vida de las mujeres que eligen no tener hijes. 

Es llamativo, porque muchas de ellas han escrito mucho y han hecho grandes cosas con sus vidas, sin ir muy lejos, autoras que leemos siempre para nuestros encuentros, y las que inspiran nuestro trabajo, por nombrar a algunas; Simone de Beauvoir, Silvia Federici, Angela Davis, Gloria Steinem, nuestra pionera Cecilia Grierson, artistas como Frida Kahlo, Chavela Vargas, nuestra Tita Merello, escritoras como Jane Austen, Louisa May Alcott, Virginia Wolf, o las hermanas Bronté, nuestra Lola Mora, Victoria Ocampo, María Elena Walsh, Sara Fascio, y hay muchas compañeras escritoras contemporáneas que no tienen hijes, también revolucionarias feministas como Olympe de Gouges y Emma Goldman, y bueno, nuestra Evita tampoco tuvo, que se yo. Somos una banda y venimos haciendo grandes aportes al pensamiento y la humanidad, especialmente en proporción, ya que somos pocas las que no tenemos ni hemos tenido hijes, pero hemos escrito y aportado mucho al pensamiento, la ciencia, la cultura, y el avance de las mujeres por la igualdad. 

¿Por qué nombro a estas mujeres destacadas? Porque sobre las que no tenemos hijes siempre hay una mirada condescendiente u horrorosa, somos las deficientes, las traumaditas, las rotitas y las falladas. Pero ahí las tenés a las rotas. 

Sé que las que tienen hijes se enojan o se aburren cuando decimos esto y cuando queremos empezar a hablar de nuestras vidas, pero bueno chicas, es necesario, porque quizás así la maternidad pueda ser más elegida, haya menos estafa y menos arrepentimiento, por el bien de todas, pero sobre todo,  por el bien de les niñes. 

Porque sería hermoso, poder tenerlo todo, pero mirándonos a los ojos todas sabemos, que eso no es posible, y que cada vez lo es menos, en un mundo y en un presente en el que la clase trabajadora en todas partes está siendo arrasada, y las mujeres cada vez trabajamos más para producir la vida, y no menos. 

¿Nos gustaría cambiarlo todo? No solo nos gustaría, sino que lo estamos intentando, pero hoy, la realidad es la que es y es necesario contarlo claro y concreto, para que las que todavía lo están pensando no se sientan estafadas, y sus hijes no sean el producto de esa estafa. Es duro, pero es lo que es. Y también es cierto que el mundo se está yendo al carajo, que gente sobra sobre el planeta, y que no se necesita más gente que consuma y sea explotada. 

Queremos que las que están en la duda, cuenten con opciones, que haya historias de los dos lados, que ambos relatos tengan el mismo valor, para que así, realmente haya posibilidades de elegir y no solo mandato.

Pero, siempre hay un pero; cómo son las vidas de las que no tienen hijes es algo que no se cuenta y no circula, es algo que a nadie parece importarle, que nadie nos pregunta. 

Nosotras escuchamos horas y horas las conversaciones de las madres, sabemos todo sobre les niñes de hermanas, amigas, compañeras de trabajo y desconocidas, no solo eso, lo sabemos todo sobre la maternidad, hemos visto miles de películas, y leído otros tantos libros sobre la vida de las madres, pero nadie muestra interés por escucharnos a nosotras.

Una escena común en la vida de las que no tenemos hijes, es volver de un gran viaje, ganar premios, alcanzar reconocimientos, hacer cosas valiosas, o tener una vida común y corriente, y que nadie te pregunte nada, sean tus “amigas”, sea tu familia. A lo sumo un “¿qué tal el viaje? ¿Todo lindo no?” para seguir hablando de los problemas de les hijes y la falta de tiempo.

¿Por qué será?

Comparto algunas intuiciones, la experiencia de las madres está jerarquizada por sobre la experiencia de las que no lo somos, que en general somos vistas como mujeres en proceso, es el nacimiento de le hije el que nos cambia el estatus a verdaderas mujeres. 

También influye el hecho de que el ideal femenino exige a las mujeres tener hijes como un hito configurador de la identidad femenina. Si sos mujer y no sos madre, ¿qué sos? ¿Donde te ponemos? ¿En el estante de la anormalidad, lo raro, lo roto?.

Según el manual de la buena mujer, no hay nada más importante y trascendente en la vida de las mujeres que la maternidad,  entonces, las que no tenemos hijes, no solo somos infravaloradas sino que lo son  nuestras experiencias, nada de lo que hagamos va a estar a la altura de aterrizar a un ser humano en el planeta. 

Seguramente también haya quienes nos quieran bien y piensen que para que preguntar,  si nuestras vidas están vacias, porque no hay en ellas pañales que cambiar, ni niñes a quienes cuidar, y preguntar, es una forma de nombrar lo que seguramente consideran soledad y agujero, la falta de eso que se supone todas debemos querer. 

Y también, digamos todo, hay algo de envidia, hay algo de no querer saber, hay algo de intuir que correr esa cortina, puede ser peligroso y doloroso, hay algo de oler que las vidas de las que no tienen hijes, porque así lo decidieron están buenas, algo del miedo a ser tomadas por el deseo de eso que ya no será posible, de eso que quizás haya que esperar mucho tiempo para tener… una vida con tiempo. 

Entonces, ¿Cómo son las vidas de las que no tienen hijes?

Voy a contar de la mía, puedo decir que duermo, que duermo bien, todo lo que quiero,  y leo mucho, hago mucha fiaca, disfruto de mi misma,  decidí hace mucho trabajar menos y vivir con menos porque nadie depende de mi y es un lujo que me puedo dar, decido muchas cosas a último momento y viajo muchísimo. Me casé con una mujer extraordinaria que tampoco quiere tener hijes. Tengo amigas en todos lados, y compañeras queridas en todos lados porque tengo tiempo para conocer lugares y gente.

Tengo tiempo, nunca me alcanza, pero lo tengo todo para mi, para hacer muy mucho lo que se me da la gana. Tiempo  para mirar el mundo y pensar, y después conversar, y escribir, y volver a pensar y volver a escribir, y mirar el mar, y caminar un montón, y hablar con compañeras, y vivir, tiempo para vivir. 

Y porque me gusta mucho tener tiempo es que decidí no tener hijes, me encantan les niñes, me caen muy bien, pero sé que para poder sostener mi vida tal cual la quiero vivir, necesito el tiempo y la autonomía material y psíquica que con une hije no tendría.  Es una decisión aterrizada en las condiciones en las que hoy se materna. Se les exige demasiado a las madres. Es un trabajo titánico.

No creo que tengamos que justificar ni explicar porque no tenemos hijes, pero si creo que tenemos que contar nuestras vidas y la forma en la que decidimos no tener hijes. 

En mi caso, cuando era chica, quería tener seis hijos, porque en esa época todavía no decíamos hijes. A partir de ahí la maternidad siempre la di por sentada. Iba a tener hijos e hijas. Imaginaba una familia hermosa, la foto de esa familia en las diferentes etapas de mi vida. Mientras tanto, el tiempo pasaba, ya no iba a poder tener seis hijes, porque no daban los números. Pero nunca era el momento para arrancar, siempre tenía ganas de  otras cosas. 

Hasta hace unos 15 años la maternidad era para mi una pregunta abierta, o mejor dicho una pregunta que se abría y cerraba cada vez que cumplía años, una pregunta disparada y construida a la luz del discurso del “reloj biológico”; es decir, no se generaba en un interés ni en un deseo, solo en el temor de “perder la oportunidad” de tener algo que se suponía tenía que querer, y que  evidentemente no quería en ese momento ni quise nunca después.

La pregunta aparecía cuando cumplía años y así como aparecía, yo me la respondía con otra pregunta que era ¿Quiero tener une hije ahora? ¿Quiero traer a une niñe al mundo en este momento? ¿Tengo ganas de dedicarle mi tiempo? ¿Tengo ganas de trabajar más para pagar todo lo que necesita? ¿Tengo ganas de sentir ese apego tremendo del que hablan?  La respuesta siempre era no. 

Siempre la pregunta y la respuesta estuvieron arraigadas en las condiciones materiales de mi vida, y en el conocimiento profundo de lo que necesito para vivir, y en este caso,  también en el conocimiento de lo que necesita une niñe para vivir bien, para creer bien. Nunca jamás he creído que dios proveerá ni que les niñes vienen con panes abajo del brazo, ni que se crian solos. Siempre he creído en la enorme responsabilidad que entraña traer une hije al mundo, porque yo soy hija. 

Tuve la suerte de que mis sobrines empezaron a nacer cuando yo pisaba los 40 y si bien hasta ese momento había pensado que ese hecho maravilloso, me iba a hacer nacer el deseo de une hije, pasó todo lo contrario, los amo profundamente y me gusta acompañarlos en su crecimiento, ser parte de sus vidas, pero ver de cerca, casi con lupa lo que implica la maternidad para las madres que los trajeron al mundo, me terminó de decidir. Me gusta mucho mi vida tal como es y como era en ese momento. 

Hubo otras cosas también, ir desarmando, con el tiempo, en la observación y la experiencia, uno a uno los discursos que podían ser convocantes para mi hacia a la maternidad, había una frase que estaba siempre ahí dándome vueltas, esa frase, que justamente  dicen mucho los varones padres, aunque no tanto las madres, es la idea de que si no tenés hijes te estás perdiendo de algo único, maravilloso e inigualable que no vas a conocer nunca. 

Creo que fue cerca de los  36 años que se me reveló algo que hizo que esa idea perdiera todo peso para mi, era la época en la que ya no me quedaban casi amigas ni conocidas sin hijes, yo estaba divorciada hacía un tiempo, es decir con la posibilidad de dar de nuevo y todavía,  de “armar una familia”. Me había ido de viaje sola, un viaje lindo, lejos, largo, tenía un manguito en el bolsillo, se podía viajar así. Cristina era presidenta.

Fue un viaje hermoso, yo adulta, dándome a mi misma las cosas que me hacen bien, sin dependencia de nadie y sin que nadie dependiera de mi, fue un tiempo de disfrute muy profundo, que atesoré y que después llevé a mi día a día, el reconocimiento de lo que necesito y la posibilidad de dármelo a mi misma, la verdadera incondicionalidad, la que yo quería era esa, era conmigo misma. Que nadie dependa de mi, no sentir culpa y explorar mis capacidades y mis potencias en el mundo. 

Lo que entendí en ese momento y para siempre es que si yo me perdía algo, y de seguro me lo pierdo, porque así es la vida, elles también y que de lo que se trata, no es de no perderse nada sino de poder decidir una, que está dispuesta a perder para lo que necesita ganar.  Puedo vivir tranquilamente con eso, con la idea de que debe ser lindo tambien tener hijes, pero prefiero vivir como vivo.

Entendí en ese momento que elles también se iban a perder esta maravilla que conozco yo, la expansión, la libertad, la independencia, la liviandad y la potencia de una vida a mi nombre. 

Otra cosa con la que nos persiguen mucho a las que decidimos no ser madres, a las que deseamos otras cosas para nuestras vidas, es el fantasma del arrepentimiento. “Te vas a arrepentir te dicen”. Cómo si fuera una buena idea hacer nacer a alguien por las dudas.

Sin embargo, lo que no saben quienes repiten estas sandeces es que a diferencia de la decisión de ser madres, la decisión de no serlo se piensa, se reflexiona, se exprime, se labura mucho. 

No me arrepiento, nunca me arrepentí, jamás, al contrario, pienso bastante regularmente que lo vengo haciendo bien. Que me gusta mucho mi vida. Y siempre tuve claro que en términos de arrepentimiento, prefería en todo caso arrepentirme de no hacer nacer a alguien. 

Es muy loco, porque en el proceso de escribir esto, a veces pienso que puede sonar ególatra, o que alguna madre se puede sentir mal, porque también se que hay muchas que se arrepienten de haber decidido tener hijes aunque amen a sus hijes. Pero es a mi a quien le da culpa contar sobre mi vida, mientras que a las personas que abiertamente nos dicen que somos egoistas por no tenerlos, que nos miran con condescendencia o pena, no les da culpa. Así funcionan los mandatos y los discursos sociales que nos producen.

Por eso quizás te parezca leyendo este texto que me estoy dando aires, que exagero o algo por el estilo y en ese caso te invito a que te preguntes porque no te parece lo mismo cuando una madre, un padre, hablan de las maravillas de tener una familia. Curioso, no curioso. 

Y ojo, y acá el disclaimer, que siempre parece que tiene que haber uno cuando hablamos las sin hijes, no estoy dando por sentado que todas las mujeres que no tienen hijes porque no quieren tenerlos, seamos felices o tengamos vidas fantásticas, lo que quiero decir es que es posible, que puede estar bueno, que está muy bien, darse la posibilidad de vivir de acuerdo a lo que se puede y se quiere y que les hijes no pueden venir a llenarnos los agujeros de existencia ni a mejorarnos la vida, ni por las dudas.

Entonces, ¿Somos más felices las que no tenemos hijes que las que tienen?

Suponiendo que exista algo como la felicidad, la respuesta sería, depende de lo que cada una de necesite para ser feliz. No se si somos más felices, en general muchas de nosotras tenemos vidas más tranquilas, tiempo y autonomía.

¿Es mejor no tener que tener? 

No tengo idea, pero es la manera en la que quiero vivir mi vida. No tengo dudas ni anhelos al respecto, miro la vida de las madres y no las deseo, deseo la mía, me gusta mi camino. 

SI TE SIRVEN NUESTROS CONTENIDOS APOYANOS

2 comentarios en “La vida sin hijes”

  1. Hola! Yo también quería 4 hijes. Vengo de flia numerosa y tengo 4 hermanas que son mi todo. Quería generar eso. Hasta que tuve una y lo encontré agobiante. La batalla criando sola (en pareja con el padre de la criatura) y terminando mi carrera de grado (que lo logré gracias a la red de mujeres que me ayudaron a sostener la maternidad); para luego empezar a recuperar cierta libertad que venía con la autosuficiencia de mi hija me hicieron reducir ese número. Cuando empezó a bañarse sola, decidí que ya no quería que un ser humano vuelva a depender así de mi. Y decidí que ya no quería más. Y así como hay comentarios para la mujer que decide no tener, también los hay para quien tiene une sole.
    Ahora mi hija tiene 18 años, hace un año que me separé. No tengo la libertad que tenia previamente a ser madre, pero la que tengo no la cambio por nada.
    Amo a mi hija, no concibo la vida sin ella. Sin embargo, cada vez que me preguntan sobre la maternidad soy lo más honesta que puedo: para mi, es un grillete en el tobillo

  2. ¡Excelente nota! 💚 Explica a lujo de detalle todos los sentimientos que se exprimen en torno a una decisión tan importante como es la de no maternar. Gracias por ponerlo en palabras tan claras y sentidas. Un gran aporte para esta bella comunidad de mujeres.

Deja un comentario

Carrito de compra
Abrir chat
💬 ¿Necesitás ayuda?
Hola 👋🏻 Estamos disponibles para ayudarte!