Hablemos de plata.

Hablemos de plata, de guita, de la nuestra

Urgente.

De la que tenemos, de la que no tenemos pero tendríamos que tener.

De la que nos arrebatan y nos chorean con el cuento del amor y espejitos de colores.

No sos vos hermana. Es que todo está configurado para que no tengamos plata, para que ganemos poco, para que dependemos económicamente de tipos, para que trabajemos gratis, para que trabajemos más, para que lo poco que ganamos lo gastemos en “ser y parecer mujeres” y ahora también, para que pensemos que la culpa de ser pobres, es nuestra.

¿Sabías que recién en 1969 las mujeres adquirimos el derecho de administrar nuestros bienes y por ejemplo ser titulares de una cuenta bancaria?

¿Sabías que el trabajo doméstico que realizamos las mujeres todos los días de forma gratuita representa el 15% del PBI del país y que es más que lo que representan todas las industrias juntas? 

¿Sabías que en mundo, las mujeres producen la mitad de los alimentos, pero poseen menos del 15% de las tierras y apenas un 2% son propietarias en los países en desarrollo?  

¿Sabías que el 1% de los ricos del mundo acapara el 82% de la riqueza y que de ese 1%, solo el 17% son mujeres?

¿Sabés cómo hicieron sus fortunas el 99% de esas mujeres? Las heredaron o las recibieron a causa de un divorcio. 

Incluyo estos datos, para contrarrestar la idea tan extendida en estos tiempos de que las mujeres podríamos ser todas millonarias, el problema es solo que no sabemos como hacerlo.

Y escribo estas líneas sobre nosotras y la guita porque me preocupan muchísimo los nuevos discursos sobre este tema que además de hacer del empobrecimiento de las mujeres un negocio, logran con mucha eficiencia  correr el eje de la conversación, haciendo que dejemos de pensar adonde está y quien tiene la plata que es nuestra, para ponernos a trabajar más y entregarle el resultado exiguo de nuestro esfuerzo al sistema financiero, despolitizando por completo el tema de las mujeres y el dinero, y  disgregando y licuando nuestros esfuerzos por abordar con conciencia y acción política un problema que es político. 

Todo empezó bien, como siempre, y después se desmadró porque el capitalismo es muy eficiente en tomar nuestra agenda y convertirla en productos y merchandising. 

Si, es verdad que venimos de una tradición histórica en la que el dinero no era cosa de mujeres, en la que aprendimos que nuestro trabajo no vale nada, que nuestro hacer tiene que ser abnegado y desinteresado, que el dinero es malo y sucio, que las que lo quieren o lo tienen son interesadas y malas. Todo eso es cierto.  

Pero como mencionamos más arriba, eso no es casualidad, no se dió porque sí. Murieron muchas mujeres para imponer el capitalismo en el mundo y siguen muriendo, desde la caza de brujas para acá, la historia se repite en todas las latitudes, el capital avanza persiguiendo a las mujeres que defienden los territorios, la vida en comunidad, formas de existencia que no impliquen el extractivismo y la destrucción de todo lo que está vivo. 

Sin embargo en esto que vamos a llamar los nuevos discursos sobre las mujeres y el dinero, no se habla nada de todo esto. 

Tampoco se habla de que nuestro trabajo, vale. Vale un montón el trabajo de producir la vida de actuales y futuras personas que trabajan. Vale un montón nuestro trabajo en el mercado laboral, aunque nos paguen menos que a los varones.

Y debería valer mucho más, porque estamos en general, más formadas, porque las mujeres hemos creído a lo largo de estos últimos 50 años, que lo que hacía que nos pagaran menos era que no sabíamos. Entonces llenamos las universidades e hicimos posgrados, maestrías, diplomaturas y doctorados, pero no solo no ganamos más, sino que las corporaciones e instituciones se han enriquecido gracias a nuestros saberes.

Son formas más sutiles de extractivismo y explotación, que ni nosotras reconocemos como tales, y por eso seguimos empeñadas individualmente en hacerlo mejor para que nos paguen más. 

El neoliberalismo como matriz de pensamiento, ha rendido sus frutos. La culpa de tu pobreza es tuya. No te esforzaste lo suficiente. Esa es la clave de esta explosión de discursos sobre las mujeres y el dinero. 

Cómo si el problema fuera el desempeño de las jugadoras y no las reglas del juego.

No se dice que podríamos dejar de vivir pensando en números, en plata, en inversiones y coso, si simplemente pudiéramos lograr que nos paguen por nuestros trabajos los  salarios justos que nos permitan vivir con dignidad y en paz,  a nosotras y nuestres hijes.

No se a ustedes, pero a mi me encantaría vivir sin pensar todo el fucking día en guita, en inflación, en servicios, en tarifas y precio de la prepaga y si me alcanza para pagar un copago para hacerme el pap.

Porque ese no es el problema! El problema es el sistema económico. El problema es que aceptemos la desigualdad como regla en lugar de enfrentarla. El problema es la desjerarquización de nuestras identidades. 

Y se entiende que caigamos tan fácil en estas propuestas, porque siempre hay algo de verdad en estos discursos ahí radica su éxito, es verdad que somos más pobres, es verdad que no nos educaron para ganar dinero, que  todas somos educadas para servir, abnegadamente, para aprender que nuestro tiempo no vale nada. Para creer que no alcanza con las que somos y lo que somos.

Eso es cierto, pero el problema no se resuelve con un excel, autoexplotándote y privándote de los escasos y pequeños placeres cotidianos. Porque el problema no es individual. 

¿Cómo hacemos para valorar nuestro trabajo? 

¿Para hacer valer nuestro tiempo cuando todo el mundo cree que todo lo hacemos y lo tenemos que hacer por amor y desinteresadamente? 

¿Cómo hacemos para defender nuestra dignidad de mujeres que trabajan cuando muchas ni siquiera se consideran trabajadoras? 

¿Cómo rompemos el estigma internalizado también por nosotras de que la que se preocupa por sus condiciones materiales es una interesada? 

No quiero ser desinteresada, quiero interesarme. Quiero que sepan que si, que me interesa la guita, el valor de mi tiempo y hacer con él lo que se me cante. Quiero que sepan que mi laburo es valioso porque se hace con ese tiempo que es mio.

Quiero que todas seamos unas harpías interesadas por la guita, que se les prendan todas las alarmas a los tipos, que teman que si, que vamos a ir a buscar esa reparación histórica, que vamos a ir a cobrarnos esa deuda ancestral de horas y horas y horas que suman años de trabajo. Vidas enteras de servicio y subalternidad. 

Y antes de que se instalaran estos discursos meritorcráticos sobre las mujeres y el dinero veníamos en el camino correcto. El que nos lleva a entender ¿dónde está nuestra plata? ¿Adonde va la guita que no me pagan por hacer lo que hacemos las mujeres?

¿Quién se queda con esa plata? 

¿Quién se enriquece con lo que nos empobrece? 

¿Dónde está mi plata, tu plata, la de ella?

 ¿Dónde está esa plata que se acumula cada vez que te pagan menos que al chabón que labura al lado tuyo? 

¿Quién la tiene? 

¿Quién se la queda? 

¿Dónde está la plata que se junta cuando ponemos a laburar para beneficio ajeno, los saberes que acumulamos haciendo posgrados y más posgrados mientras al lado nuestro el señor se la rasca con las dos manos, y con la mitad de formación gana 25% más?

¿Dónde está la plata que no se gastan en lavadero, delivery de cosas, asistente, psicóloga, cocinera, cuando nosotras hacemos ese laburo en nombre del amor?

Esa es la guita que necesitamos recuperar, es nuestra y alguien se la está llevando desde siempre. Eso que a nosotras no nos pagan y que nos permitiria vivir mejor, se lo llevan otros. 

Esa es la guita que nos tiene que preocupar. Necesitamos, queremos que nos paguen bien por lo que ya hacemos y no hacer más, ni mejor, ni gastar nuestro tiempo valioso en hacer más cuentas.  

Esa guita beneficia a otros. Beneficiarios directos, e indirectos de ese laburo. 

Los varones con quienes compartimos la vida,  a quienes les sale barato que le tengamos el stock de la alacena completo, le lavemos los calzones, prepraremos la comida, le pongamos la oreja, les brindemos servicios sexuales y les criemos les hijes que les mejoran el perfil en los trabajos, mientras a nosotras nos dejan huecos en los CVs.

También se benefician mapadres, hermanos, compañeros de trabajo. 

Pero los que más se benefician son los indirectos, los dueños de todo, los dueños del mundo, todos los jefes del mundo, todos los tipos del mundo que tendrían que pagar salarios más altos para que cada quien afronte el costo de contratar esas tareas que nosotras todavía seguimos haciendo gratis. 

Y resulta que estábamos ahí tratando de enterarnos donde estaba nuestra guita, adonde la podíamos ir a reclamar, estábamos empezando a hablar de las mujeres y la guita desde el feminismo, a hablar de la masculinización de la riqueza y la feminización de la pobreza, y de que necesitamos políticas públicas de cuidados, salarios más altos, licencias más amplias, estábamos en esa, en poner el cuidado en el centro de la vida, en el centro de la economía, y que nos devuelvan nuestra guita y nuestro tiempo… pero … pasaron cosas.

Porque como en todo, aunque queramos enterarnos, aunque queramos ponerle nombre y apellido al opresor y empezar a entender quienes mueven los hilos, siempre el capitalismo con su magia nos desvía del camino, nos planta sus trampas para que volvamos al mismo lugar. Lo individual, la meritocracia, la fantasía del control.

Una vez más nos robaron la conversación y nos están reclutando con discursos meritócratas e individualistas, el chamuyo de que todo depende de vos, y entonces resulta que hablar de mujeres y dinero es hablar de finanzas personales, criptomonedas, objetivos financieros, gastos hormiga  y cursitos para aprender a invertir.

En este momento los discursos, las conversaciones sobre el dinero y las mujeres, son pronunciados por las nuevas influencers de las finanzas personales. 

Mujeres jóvenes, divinas, espléndidas, regias, que te venden el cursito de finanzas, y te cuentan y nos cuentan que no tenemos plata, porque no sabemos lo que ellas saben, ahorrar e invertir. Y cuando alguna tiene el coraje de comentar en sus publicaciones que no le alcanza para llegar a fin de mes, que menos le resulta posible ahorrar, le dicen “siempre se puede”, hay que controlar los gastos e incrementar los ingresos. 

Y te lo dicen re empoderadas / despolitizadas, sin usar nunca la palabra feminismo, ni patriarcado, ni roles de género, tareas de cuidado, carga mental  o trabajo doméstico no remunerado, no nombran la desigualdad estructural, las políticas públicas inexistentes de cuidados, la decisión política de devaluar la moneda, de matar a les jubilades de hambre, de desfinanciar la educación pública. Nada que rompa la burbuja meritocrática que se necesita para que todo siga siendo igual y vos te sigas sintiendo igual de culpable de tu pobreza, de que no te alcanza para llegar a fin de mes de que no podés ahorrar. 

Lo que si nombran muchas veces es inversión,  educación financiera, gastos hormiga y esas cosas. Porque claro, el problema no es la desigualdad estructural, no es que tu trabajo gratuito les permite a las empresas pagar salarios de miseria porque total vos por amor, hacés el laburo que debería pagar ese salario. No. Nada que ver. El problema sos vos que no tenés educación financiera, y que por eso sos una derrochona que te gastas tu enorme fortuna en gastos hormiga. Que pavota. Serías millonaria si con cada cafecito que te tomaste para darte un respiro, te comprabas un 0,000000000000012346 de bitcoin.

La invitación siempre es a ser más productivas, trabajar más, juntar más guita, usar el “tiempo libre” para generar ingresos, proponerte un objetivo.

Cómo si la vida solo se tratara de eso, como en un guión Disney donde si hacés A y después B, vas a llegar a C. Ellas te dicen que si hacés todo lo que ellas te proponen, vas a alcanzar tus objetivos económicos. 

Es gracioso, no gracioso que este cuento tenga tanta presunción de verdad en un país que hemos visto a nuestros padres y algunas a nuestros abuelos también, perder los ahorros de toda la vida en manos del sistema financiero, gracias a las desastrosas políticas públicas implementadas de la mano de organismos internacionales como el FMI y el Banco Mundial, o sea, igual que ahora, pero de eso, en el curso de educación financiera no se habla. 

De hecho la referencia que escuché sobre esto, es que en esas crisis, hubo personas que no perdieron sus ahorros y que hay que aprender de lo que hicieron esas personas. 

La propuestaes vivir calculando todo lo que hacemos en términos de productividad y ahorro, cómo si fuéramos robots y no personas que quizás necesitan descansar, tomarse un mate al sol, un café en un bar cualquiera, para mantenerse vivas, comprarse un libro, dormir la siesta.

Y no digo que no sirva nada de lo que te enseñan, que a muchas mujeres quizás escuchan por primera vez que tienen que tener un presupuesto, que ahorrar es importante, que controlar los gastos y tener en claro de dónde vienen nuestros ingresos es útil.

Claro que lo es. Pero la conversación no puede terminarse ahí,  proponer soluciones individuales a un problema que es estructural y social, es parte del problema. 

Porque estas soluciones no les sirven a todas, de hecho les sirven a muy pocas, a las pocas que tengan altos ingresos y quizás los dilapidan en consumos sin sentido, pero a la que no llega a fin de mes, porque el salario se le devaluó y está pensando en dejar de comprarse remedios para comer, no le soluciona nada, solo le genera más culpa y más sensación de derrota por sentir que hizo todo mal, que hace todo mal.

Porque en estos discursos la culpa es tuya que te resistís a timbearte en el mercado financiero, los dos pesos con cincuenta que ganás y a pasarte las pocas horas que tenés de descanso, aprendiendo sobre fondos comunes de inversión y CEDEARS que aparecen hoy y desaparecen mañana. 

En el medio, entre la venta de talleres para aprender a hacer un presupuesto y aprender a invertir en cripto monedas, te intercalan noticias económicas que te perjudican, sin ninguna mirada crítica, casi como si te contaran los ingredientes de una receta. Bajan los impuestos a los agroquímicos y las batidoras, pasa como si nada al lado de la noticia de que el BCRA sigue bajando las tasas de interés. Ningún juicio, ningún criterio, ningún comentario sobre la viabilidad de un país que revienta la industria nacional, te envenena la comida y el agua bajándole los impuestos a los agrotoxicos, al mismo tiempo que te licua los ingresos Nada. Todo se anuncia como en el Ministerio de la Verdad de Orwell. Excepto alguna noticia como que vuelven las 12 cuotas. 

Sobre las jubilaciones de hambre no se habla, tampoco de que ya no nos vamos a poder jubilar porque sacaron las moratorias y menos de que vamos a tener que trabajar 5 años más para jubilarnos. Pero si, te proponen que te armes tu propio fondo de retiro en el que vas a poner plata a trabajar desde ahora hasta que seas vieja. 

Es gracioso porque lo mismo le dijeron a los viejos y las viejas en EEUU que perdieron toda la guita que habían ahorrado cuando se desplomaron las acciones de los fondos donde tenían la guita con la que iban a afrontar el final de sus vidas.  

Vivimos en un mundo al borde al colapso, en el que no sabemos hasta cuando va a durar la energía, en el que la globalización de los mercados hace que las acciones en las que invertís,  se pueden desplomar en minutos. Pero de eso no se habla. 

Me resulta por lo menos, raro. 

Es que mirados de cerca, los nuevos discursos sobre las mujeres y el dinero pregonados por las nuevas y exitosas gurúes de las finanzas personales,  tiene más del telar de la abundancia que de educación financiera. 

En ambos casos, -telar y educación financiera-, si no tenés plata, la culpa es tuya, no hay ninguna crítica al sistema económico y financiero, no se habla de la concentración de la riqueza en manos de pocos, -1% de personas acumula el 82% de la riqueza del mundo, detalle, 99% tipos- , menos se habla acerca de cómo sucedió y sucede esa concentración, por el contrario, los mil millonarios en esa escuelita, son héroes, ídolos a quienes tenemos que admirar y envidiar, genios de quienes aprender a hacer dinero. Se habla todo el tiempo de Warren Buffet, Elon Mask y hasta del foráneo Marcos Galperín, como los ídolos de la nueva religión de la productividad y las inversiones. Ya eso, nos tendrìa que hacer sospechar algo. 

Pero sigamos en la analogía, en ambos casos, -telar y “educación financiera”,  tu pobreza, tu falta de dinero se deben a que estás haciendo algo mal, ese algo más, puede ser la forma en la que “vibrás” o visualizás, o tu ignorancia en el mundo de las inversiones, o que no le quieras dedicar tu tiempo de descanso escasísimo, a averiguar cual es el fondo estrella que te va a permitir ganarle, este mes a la inflación. 

En ambos casos, nos convoca la misma fantasía de control, meritocracia y luz al final del tunel. Te hacen creer que si hacés lo que te dicen, vas a ganar mucho dinero, y si las ganancias siderales no llegan, es porque lo hiciste mal, no visualizaste lo suficiente, no vibraste lo suficientemente alto o no cumpliste con tus rutinas de finanzas y rituales de inversiones diversificadas y coso.

Es una fantasía que atrae, porque como todos estos discursos hijes del neoliberalismo cultural, la clave es invisibilizar el sistema de opresión, y convencernos de que tenemos control sobre la situación, que puedo volverme millonaria, solo depende de mi, de vibrar alto, visualizar bien y hacer las inversiones adecuadas. No importa que el sistema esté cercando a la clase trabajadora de la que formo parte, no importa que vivo en un país del tercer mundo atravesando su tercera crisis de la deuda, yo voy a poner, porque soy diferente, porque me voy a esforzar y voy a hacer todo bien. 

Cómo muchas sabemos y ojalá que las que no lo saben se enteren, el telar de la abundancia es una estafa piramidal porque el dinero, como te quieren hacer creer, no se produce mágicamente, las primeras que participaban del “telar”, recibían su parte porque esa parte venía de los aportes de nuevos participantes ya que cada una que se suma debe traer a dos, tres, cuatro, depende del telar. 

Pero el tema es que cuando se  acaba la gente que está dispuesta a creer en espejitos de colores, se te acaba la red de gente que puede poner plata y ya está, perdiste vos, o pierde alguien que acercaste al telar, y no hay manera de que recuperes tu plata. 

Con las burbujas financieras pasa lo mismo, son estafas piramidales más complejas y más extendidas, son telares muy sofisticados, que involucran a más gente, pero un día se pinchan, más o menos cada 10 años. 

Y esto que vas a leer acá no te lo van a contar en el curso de finanzas personales ni en el cursito de inversiones, pero las crisis financieras locales y ahora y cada vez más, globales, ocurren todo el tiempo. No me puedo explayar acá porque ya lo hice re largo, pero Googlen crisis del Tequila, Crisis de las hipotecas subprime, Crisis Asiática y lo que pasó hace un par de meses con el Credit Suisse, ese banco en el que recomendaban poner plata varias de las gurúes de las finanzas. Nombro solo estas y no hago mención de lo que pasó en nuestro país en los últimos 50 años con los ahorros e inversiones de la gente porque asumo que eso ya lo sabemos. 

Lo peor de todo es que en el nombre de la educación financiera te están proponiendo casi lo mismo que jugar en una app de apuestas online. Y la educación financiera se reduce a saber invertir en el sistema financiero global que es absolutamente frágil y volátil. 

Y no, la educación financiera también es y sobre todo es, entender cómo funciona el sistema financiero, que es la “la motosierra” y “la licuadora”, y quién gana con la devaluación feroz que te deja los salarios por el piso y los precios por las nubes.

La educación financiera es la que te explica la transferencia de recursos de las personas  asalariadas a las grandes corporaciones. Es la que te permite entender porque un gobierno decide bajarte las tasas y  licuarte los ingresos. 

Pero sobre todo, educación financiera es que te expliquen que ninguna de esas inversiones, que te invitan a hacer tiene ninguna clase de respaldo, que esas billeteras que estás usando para cambiar de moneda, pueden desaparecer en segundos con tu plata sin dejar rastro, que ya pasó, qué está pasando. Que esta no es la primera burbuja en la que muchas personas van a perder sus ahorros ni será la última. Que es probable que vos pierdas y ya sabemos quienes van a ganar. 

Pero no, de eso no habla en el curso que te va a sacar de la pobreza. 

Hay un arrebato muy fuerte de la vida digna en estas propuestas, lo que dignifica nuestras vidas no es someternos a las reglas del mercado, lo que dignifica nuestras vidas es resistir frente al arrasamiento de nuestra dignidad mediante la imposición de condiciones laborales de explotación en beneficio de unos pocos dueños de todo. Lo que dignifica mi vida no es saber usar la app de crypto, es acceder a la conciencia de clase  y de género que me permita organizarme con otras para cambiar el mundo. Y en el medio, y mientras lo hacemos, vivir de la manera más digna posible que es consumir menos para trabajar menos. 

¿Queremos que nuestra vida se convierta en un permanente sacar cuentas?

¿Queremos vivir como nos propone el mercado? 

¿Queremos sentir que tenemos que tener más cosas y más ingresos porque sino somos pobres? 

¿Queremos obedecer las máximas de los millonarios que nadan en la guita que se produce con nuestro trabajo?

Yo no quiero.

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