El mito de la media naranja.

¿Qué piensan cuando digo romanticismo? Apuesto a que entre las imágenes, palabras y hasta sonidos que se les vienen a la cabeza hay mucho de esto: besos bajo la lluvia, flores –sobre todo rosas o margaritas- lunas, cartas escritas a la luz de la vela, amores pasionales, declaraciones de amor con llantos o tonos de vos efusivos y dramáticos, corazones que duelen, príncipes, hombres que hacen gestos lindos por su enamorada y así podríamos seguir un rato largo más. De hecho, nos arriesgamos a pensar que muchos de estos elementos o escenas son los que quedaron relacionados con el romanticismo.

A estos lugares comunes se le podrían sumar frases del tipo de «llorame que me gusta», «dejame mensajes con declaraciones de amor» o «regalame ese libro que me encanta y si llegara a tener una dedicatoria con tu puño y letra, me más me encanta». Sumémosle jurémonos amor aunque vivamos en continentes diferentes que me encanta. Porque sabemos muy bien que el tiempo y la distancia subliman al ser amadx.

Esta última premisa era algo así como el mantra del Romanticismo. Sí, el movimiento literario que nace –primero- como Strum und Dran en Alemania a fines del siglo XIX tenía mucho de esto, pero de otras cosas más. Lo importante acá es recuperar el contexto, ese dato clave.

Cuando surge este movimiento sus precursores tenían el ímpetu de diferenciarse y desembarazarse del movimiento anterior: el neoclasicismo. Una corriente literaria y del arte que recuperaba las premisas del clasicismo, buscando afanosamente la armonía, la mesura y los colores que no fueran demasiado llamativos. Ante esto, el Romanticismo surge como su contrario: quiere poner el corazón, las pasiones y la subjetividad en el centro. Pero, ¿qué nos quedó a nosotrxs de todo eso? La forma sin su fundamento.

Para que podamos detectarlo hace falta recorrer o repensar ciertas historias de amor que consumimos a lo largo de toda nuestra vida. Pensemos, por ejemplo, en la conocida película Titanic. La historia central es la de un chico de clase baja que por un golpe de suerte logra entrar al barco más famoso de su época donde se enamora de una mujer de clase alta. Tenemos ya el primer condimento romántico: se presenta un primer obstáculo para ese amor. Porque si hay algo que mata al romanticismo es la equidad entre los amantes. Y luego, el final. Él muere y no solo eso, él elige morir para que ella viva, y ¿por qué lo hace? por amor.

Romeo y Julieta es otra de las famosas historias de amor que todxs conocemos. Y, nuevamente, sigue al pie de la letra la premisa del amor romántico. Queda ya claro que para que este amor sobreviva no debe durar toda la vida, de hecho, cuánto más corto e intenso, pareciera que es mejor. Esta historia comienza, nuevamente, con un amor imposible. Romeo y Julieta son hijos de dos familias enemigas. Pero logran encontrarse y se casan. Pero justo después, él debe irse de Verona. A la distancia, él le escribe cartas a su enamorada. El final es, también, dramático. Por un malentendido, por una información que a él no le llega, cree que Julieta ha muerto, cuando en realidad se había tomado un narcótico que la hacía parecer muerta, tanto que hasta su pulso estaba sostenido. Cuando Romeo llega a la iglesia donde ella se encuentra, al creerla muerta toma un veneno letal. Cuando ella despierta y lo encuentra desfallecido sobre su lecho, primero busca tomar las gotas del veneno pero como no es suficiente, toma la daga de Romeo y se mata.

El amor romántico plantea un amor difícil, complicado y lleno de obstáculos. Y esta idea se nos presenta desde que somos chicxs. Tomemos ahora, como ejemplos, algunas de las películas más famosas de Disney. La dama y el vagabundo, Aladín, La Sirenita, Cenicienta o El Jorobado de Notredam. Todas ellas plantean la misma situación: los personajes se enamoran de alguien que o por su clase social, o su condición –en el caso de la Sirenita- o simplemente porque no son correspondidos hace que el estar juntos sea algo difícil cuando no imposible. Y esto también viene con el combo de otra de las famosas fracesitas del Romanticismo: «busco a mi media naranja». Esta frase es más compleja de lo que parece a primera vista porque lo que plantea – y esta idea viene de tiempos milenarios- que todxs estamos incompletos y que solo podremos estar enteros cuando encontremos a esa persona especial. Y la realidad no es así, todxs nosotros ya estamos enteros siendo quienes somos. Aquella persona que elijamos como compañera de vida no nos completa, nos complementa.

¿Ustedes qué piensan?

Por Paula Felgueras

2 comentarios en “El mito de la media naranja.”

  1. Miles de veces me pasó que al no tener una pareja conflictiva con mi compañero (de más de 8 años) y no pelear constantemente como otros, nos tachaban de aburridos, de falta de pasión, etc.
    Varias veces me lo planteé como un condimento que nos faltaba hasta que me comparaba con esas otras relaciones violentas y exageradas que no me gustaban, para hacer oídos sordos y seguir.
    Ni hablar de como disney y las películas tratan el tema de la media naranja. Tras conocer el feminismo logré entender que sola estoy entera, que sola estoy bien y que si quiero tener pareja es eso, una elección.
    Gracias por todo!

  2. Empecé a ver CAMPANAS EN LA NOCHE, con Calu Rivero. Una novela atravesada por el amor romántico, que hace un combo con los derechos vulnerados de las mujeres. La primer escena, que arranca con un femicidio, se vé un hombre (pobre) que huye con una niña, aunque enseguida sabremos que es inocente.
    Una adolescente (rica) que es testigo de esa «huida», (Calu). Todos los ingredientes de un intento de novela en «perspectiva feminista», quedan en la narrativa: me resulta extraño ese escenario, donde muestran las complejidades de la vida actual, con las luchas por nuestro derechos, pero lo importante no se centra allí, sino en el sufrimiento de sus protagonistas: ricos y pobres. Buenos y malos.
    El amor romántico lo arrasa todo. A veces creo, que «Campanas…», muestra el mundo tal cual es. Nuestra realidad cotidiana, es de mujeres que luchamos por una vida libre de violecias. Pero también vamos a hacer las compras y a la peluquería. Escuchamos a nuestra amiga contarnos triste, que su novio le «clavó el visto» y se siente morir. O la piba que atiende la panadería y se siente culpable porque su hijito queda muchas horas con su mamá.
    Y le pongo fichas a Calu Rivero, porque le han dado de lo lindo, incluso han armado un boicot para que no miremos CAMPANAS EN LA NOCHE, por la denuncia que ella le hizo a Darthés: #mirácomonotemiramos.

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