A mi manera

Por Virginia Vetere

Estoy mirando atrás
Y puedo ver mi vida entera
Y sé que estoy en paz
Pues la viví a mi manera

Extracto de «A mi manera», una de las versiones en español de la famosa canción «My Way».

Hasta hace poco tiempo, cuando me preguntaban si tenía hijos respondía que no, y agregaba “nunca tuve el deseo de ser madre”. Recientemente entendí el porqué de esta respuesta. Para una mujer, el deseo de ser madre parece algo incuestionable, todos los otros deseos en mayor o menor medida pueden ser puestos en consideración, pero no el de la maternidad. Mi respuesta era en cierto modo una forma de justificar que algo en mí no estaba bien, a pesar de haber nacido mujer no tenía ese deseo, y bueno, nada podía hacer, era como si me faltara alguna parte de mi cuerpo, como si hubiera venido fallada.

Una vez más, los feminismos dieron luz sobre aquello que para el patriarcado es indiscutible, y hoy puedo decir que no tengo hijos porque mi deseo ha sido y es no ser madre. Tal vez la diferencia de poner la no maternidad en términos de deseo parezca menor, sin embargo, esta mirada me posibilitó habitar el mundo en nombre propio y de una forma más disfrutable y amorosa conmigo misma, ya no en términos de falta sino de otra vida posible.

Unos meses atrás, me encontraba conversando con una estudiante de la facultad en la que soy docente, de unos 25 años. En medio de la charla la estudiante me interrumpe para decirme –“profe, vos no tenés hijos, ¿no?”, le contesté que no los tenía y ante mi respuesta me preguntó si me podía abrazar. Bastante desconcertada le respondí que sí, que podía abrazarme. Luego del abrazo, y con sus ojos llenos de lágrimas, me contó que su deseo era no ser madre pero que no conocía mujeres adultas que hayan tenido una vida medianamente digna de ser vivida por fuera de la maternidad.

¿Cómo se construye el deseo de no ser madre? Parece complejo pensarlo ya que es más probable que deseemos aquello que tenemos disponible. Las representaciones de mujeres que no somos madres y los relatos de nuestras experiencias vitales son prácticamente inexistentes. Las escasas historias que se cuentan de mujeres que no tienen hijos son de aquellas han hecho en su vida cosas extraordinarias, como si de algún modo quedara así justificada la renuncia a la maternidad. Reflexionar sobre esto resignificó el pedido de aquella estudiante, yo era su profe, una mujer común, con una vida común, haciendo cosas comunes, pero que materializaba la posibilidad de vivir en consonancia con sus deseos.

Alguna vez me han preguntado cómo es mi vida no siendo madre. Es una vida como tantas, con obligaciones, responsabilidades, vínculos afectivos, con buenos y malos momentos. Sin embargo, valoro el enorme abanico de posibilidades que se me presentan al no tener una demanda permanente de atención y cuidado, ni la gran responsabilidad que significa que otra vida dependa de vos y de tus decisiones. Lo que más disfruto es la utilización del tiempo en nombre propio, de hacer lo que tenga ganas y de cambiar de planes sobre la marcha. No hablo de grandes cosas, sino de algo tan simple, y tan importante para mí, como tener una charla interesante sin interrupciones, o disponer del tiempo para estudiar, leer, salir a caminar, trabajar en mi jardín, aprender cosas nuevas, mirar una peli, escuchar música o escribir este texto cuando ya se ha pasado la hora de almorzar y aún no lo he hecho. Nada extraordinario. Aunque pensándolo bien, para las mujeres disponer del tiempo y vivir una vida en nuestro nombre muchas veces se convierte en algo extraordinario.

Desde muy joven, hoy tengo más de 50 años, me he sentido identificada con la canción “A mi manera”. Romper con el mandato de la maternidad y respetar mi deseo de no ser madre ha traído a mi vida paz y una hermosa sensación de libertad. Posiblemente no exista la felicidad, pero vivir a mi manera es lo que más se le parece.

SI TE SIRVEN NUESTROS CONTENIDOS APOYANOS

Deja un comentario

Carrito de compra
Abrir chat
💬 ¿Necesitás ayuda?
Hola 👋🏻 Estamos disponibles para ayudarte!